Hanoi. 21 Junio 2015

Tras pasar más de 30 horas y 14145 km viajando desde Pamplona hasta la capital de Vietnam, por fin estamos en Hanói. El viaje ha sido largo y lleno de contratiempos. Primero, se nos ha retrasado el vuelo que nos llevaría desde Madrid hasta Abu Dabi cerca de una hora. En Abu Dabi hemos tenido que recorrernos todo el aeropuerto al galope, para que finalmente se vuelva a retrasar nuestro vuelo una hora.  Pero aún teníamos una sorpresa más. Al llegar a Singapur nuestras mochilas no estaban....nos  han salido aventureras y han decidido visitar Sídney. Tras un primer momento de desconcierto, hemos tenido que ir a poner una reclamación por la perdida, que casi hace que perdamos nuestra conexión con Hanói. Finalmente hemos saldado el contratiempo con 100 $ Singapurenses que vienen a ser unos 80 $ americanos con un cabreo y con la firma de un papel que con las prisas no hemos leído bien...ay dios que habremos firmado!

Pero por fin, a las 16.30 pm pisamos tierras vietnamitas. En el aeropuerto estaba esperándonos pacientemente un chofer que habíamos contratado con anterioridad por 15 euros para que nos lleve hasta nuestro hotel. La primera sensación que hemos tenido de Vietnam ha sido de un calor asfixiante. La cara del vietnamita cuando le hemos dicho que todo nuestro equipaje son dos pequeñas mochilas de 20 litros, ha sido para fotografiar...madre mía a donde van estos dos guiris....

Tras un servicial check in en el hotel que será nuestro cuartel general durante nuestra estancia en Hanói, nos hemos ido directamente al centro de la ciudad a gastar nuestros 80 $ en algo de ropa para poder pasar los próximos días. Aunque para ello lo primero que hemos tenido que hacer es cambiar los dólares a Dongs, algo que no hemos hecho en el aeropuerto por las prisas. Como medida de urgencia hemos tenido que hacer el cambio en una "agencia de cambio" pero no nos ha salido muy bien, así que cambiamos solo 50 $ y mañana cambiaremos más en algún banco. Parecemos novatos.

Sobre las 20 pm y ya reventados de andar mirando tiendas decidimos ir a sentarnos a algún sitio donde nos den de cenar. Nuestra primera comida vietnamita ha sido unos rollitos fritos y dos cervezas locales frías. Bueno o casi frías, porque en el rato que hemos estado cenando se ha ido la luz dos veces. El restaurante está bastante bien, es un primer piso enfrente del lago hoan kiem, al inicio del barrio antiguo, donde estamos alojados.

Desde la terraza de este local podemos comprobar el caos circulatorio que es esta ciudad y la cantidad de gente que se mueve de un lado para otro por la calle. El barrio antiguo da sensación de caos y estrés.

Un consejo, para los futuros visitantes. Cruzar la calle puede parecer misión imposible, pero nada más lejos de la realidad. lo único que se debe hacer es cruzar la calle con una velocidad lenta y constante, sin pensar en que lo que estás haciendo es la actividad más arriesgada que vayas a volver hacer jamás. Del resto, se encargan las mil motos que te van a esquivar y los quinientos taxis que te van a rodear para no pillarte. Si cruzas despacio ellos te esquivan, lo único que debes hacer es no variar bruscamente tu dirección. Y cruzas, asegurado.

Una vez que hemos descansado un poco y que hemos iniciado nuestra particular aclimatación al país, damos una pequeña vuelta por un mercadillo que ponen todos los fines de semana en el barrio antiguo en busca de alguna camiseta o pantalón para poder usar mientras nos llegan las mochilas.

Antes de retirarnos a nuestro hotel, nos sentamos en plena calle en unos taburetes de plástico que están por todos los lados a tomarnos una cerveza mientras escuchamos a un grupo de música callejero. Hemos descubierto que aquí toman la cerveza con hielo. Nos han servido dos cervezas calientes con las jarras llenas de hielo. Así que como no vamos a tomar hielo para evitar visitas innecesarias al wc nos tomamos las cervezas a temperatura ambiente, que esta noche debe ser de unos 30ºC....ha sido divertido, estar tomando una cerveza rodeado de gente local y sentados en plena calle.

Ahora sí que ya vacíos de fuerzas, tomamos el camino de la retirada para intentar descansar un poco. Han sido unas horas intensas.