Hoi An - Isla Cham. 30 Junio 2015

La idea de hoy es ir a la Isla de Cham, por lo que nos hemos levantado pronto. Pero después de bajar a desayunar nos hemos dado cuenta que no lo suficientemente pronto. Para terminar todo lo que nos han servido deberíamos habernos levantado un par de horas antes y haber corrido una maratón para hacer hambre. Madre de dios !! Nos han servido tanto que han tenido que ponernos una mesa al lado para ir dejando las cosas.

Hemos iniciado con un café con leche condensada, una tortilla, tostadas con mantequilla y mermelada, ensalada verde, ensalada de tomate con pepino, una especie de pan tibetano, té, sopa de noodles con pollo, plátanos, sandía. Ha sido una lástima la cantidad de comida que hemos dejado en la mesa. Sí ya el hotel por si solo merecía ser recomendado por ubicación y precio, que os vamos a decir del desayuno, espectacular. Además del trato recibido que ha sido agradable y muy atento en todo momento.

Con el estómago bien lleno hemos ido a la isla de Cham. Primeramente en minivan hemos ido al pueblo de Bai Land, desde donde salen los barcos que te llevan hasta la isla de Cham. En realidad son una cuantas islas que conforman un archipiélago de aguas azules. La única isla habitada es Hon Lao. Hemos dedicado parte de la mañana a recorrer sus dos principales pueblos, Bai Lang donde hemos podido ver su mercado de pescado y Bai Huong tranquilo pueblo donde el tiempo se ha detenido y se respira tranquilidad en todas sus esquinas. Aunque esto se termina en cuanto llegas al templo budista Ong Ngu, lleno de bulliciosos turistas. Este curioso templo está dedicado a las ballenas que les ofrecían su protección en el mar.

Después de pasar un buen rato recorriendo esta pequeña isla y viendo que aún hoy se puede vivir sin electricidad y ser feliz cogemos de nuevo la lancha para ir a una calita no muy lejos del puerto de Bai Lang. Se trata de una tranquila cala de aguas azules cristalinas donde hemos pasado el resto de la mañana practicando snorkel.

El sitio está bien, pero para bañarse, ya que para hacer snorkel no merece mucho la pena desplazarse hasta aquí. Apenas se ven peces. Alguna que otra estrella de mar y pequeños corales sin demasiado interés. Pero el sitio es bonito.

Sobre las 13 pm hemos puesto fin a nuestro baño y nos hemos dirigido a una de las playas de la isla. Un sitio precioso, típico de postal de película. Playa larga, semidesértica, con las palmeras casi en la misma orilla...

En esta playa hemos comido en el único restaurante que hay. Un sitio muy normalito, sin ningún tipo de lujo, pero que se come muy bien. Una sopa de verduras, arroz, noodles, sepia, verdura, vieira, y cerdo ha sido lo que nos han servido. Si algo vamos a sacar en claro de nuestro viaje a Vietnam es que aquí no se pasa hambre. No hacemos nada más que comer.

Antes de coger de nuevo el barco que nos llevará de nuevo al continente, decidimos darnos un chapuzón en el tranquilo mar, para intentar mitigar un poco el asfixiante calor que vuelve a hacer hoy. Pero el agua está también calentorra, así que lo que es refrescarnos poco. Pero es una gozada bañarse en una playa así, sin apenas gente.

Al llegar de nuevo a Hoi An lo primero que hacemos es pasar por nuestro alojamiento para darnos una ducha y cambiarnos de ropa, para continuar con nuestro paseo por la parte vieja del pueblo. Ayer no tuvimos tiempo de visitar todos los sitios y aún nos queda parte del ticket, así que pasamos parte de la tarde recorriendo lugares y templos milenarios como han sido la pagoda  Phac hat diferentes casas antiguas hoy convertidas en tiendas, el templo Quan Cong y algunos sitios más que hemos ido descubriendo por el camino.

Pero como no podía ser menos también hemos tenido tiempo para tomarnos una cerveza tranquilamente con unas especies de  galletas locales hechas con coco. Un buen aperitivo si señor.

A la hora de la cena, hemos decidido darnos un homenaje. Está bien comer barato, de hecho está perfecto, pero hoy nos apetece ir a un sitio un poquito mejor a comer buen pescado. Así que después de buscar por el pueblo un local de este estilo nos decidimos por el Green Mango, un restaurante que en otros tiempos fue una casa señorial. Es un local precioso y tranquilo. Decidimos cenar en su balcón con vistas a la calle principal y con más ambiente de Hoi An. Para cenar pedimos unos rollitos vietnamitas frescos, hacia días que no comíamos y teníamos el mono, un arroz con pescado y frutos del mar, y por supuesto una buena y fresca Larue.

Con esta espectacular cena y un pequeño paseo al anochecer por la orilla del río, ponemos fin a otro interesante día en Vietnam. Lástima que ya empecemos con la cuenta atrás, porque este país está resultando increíble.